La natural evolución de la sociedad ha permitido que estos colectivos gocen de mayor autonomía personal y profesional y cada vez estén más integrados en todos los ámbitos de la misma. Lleva esto a un incremento de su vulnerabilidad y la mayor posibilidad de poder ser sujeto de una situación de urgencia y/o emergencia: accidente de tráfico, incendio, confinamiento, problemas de salud... una simple evacuación preventiva, en la que puede necesitar de la asistencia inicial de cualquier ciudadano/a o de los servicios correspondientes.
Esta autonomía crecerá en la medida que desplacemos nuestra atención desde las necesidades que estas personas puedan presentar y la inclinemos hacia el fomento y desarrollo de sus capacidades, la estimulación de las potencialidades de aprendizajes presentes y la puesta a disposición de los apoyos necesarios para formar parte de la sociedad en las mismas condiciones que lo hace el resto de la población.
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